Reloj de Arena

Que muere lento

en la voz de su propio halago

quien se creyó siempre

ser eterno brillo de estrella,

pero cada día se apaga más su luz,

mientras con desespero

agita sus cansadas manos…

Un balcón arropado en aromas

que el tiempo no perdona

desplomándolo entre promesas

que el viento jamás a su andar regresó.

Son esas cosas

de algunos hombres

que viven apariencias,

espejismos efímero

de fortuna y mocedad,

que solo son reales

en alguna canosa leyenda.

Pero cada noche

cuando al espejo se enfrentan

buscando aligerar el fuego

descubren su verdad…

Miran en sus ojos

cada noche

el reflejo de una gran tristeza

y el rostro desencajado

de una profunda soledad,

mientras su cuerpo

crudamente les revela

el escarnio de la edad

atrapado en un reloj de arena.

Y todo lo que fue ...ya no es

¿A donde me fuí

tejida de noche?…

A ese andar peregrino
con la voz de mil ríos
limpiando viejos olvidos.

A vivir un instante
la simple repetición
de este sentido cantar
como moneda de cobre
con su álgebra de azar.

A ese lugar
donde pude quebrantar
el lapso de mi ausencia,
para romper ataduras
y poder volar hasta el origen
de mis propias letras.

Y todo lo que fue
tiempo en vela
entre el humo
de estrellas bailarinas,
hoy es amor mío
un dulce regreso lleno de aguaceros,
sin carne entre las piedras
zigzagueando puntadas largas
febriles de luceros.

Reitero

Apareces inesperadamente

golpeando mi mirada

y desde lejos dejas de ser distancia.

Eres mi casa

sí, un mar de azul vástago

donde anidan tus ojos

de gaviotas verdes.

Allí sé que soy moro llanto

y húmeda mordida de ave

tras la vigilia de tus párpado.

Sé que ansioso esperas

el desafío de una carta,

con un horizonte ruidoso de palabras.

Pero soy acercamiento

a fuerza de extenderme,

porque el temor y la fatiga

desnudan este pertenecerte

solo a ratos en mis versos.

Y regreso como ola de pudor

salpicando tus arenas de prórroga.

¿Que si te extraño?

Sí… ¡no sabes cuanto!

Aprieto en el puño fuertemente

el dolor de estos viajes que ya no resisto,

porque asfixian el dulce diálogo

de esas calles donde aún

desandan juntas nuestras huellas.

Hoy he vuelto

rompiendo nuevamente

tanta cerúlea distancia

y aunque no hay nada que decir

que tu ya no sepas,

yo reitero en estas letras

que te amo.

A una mirada

Anido en la mirada
mil palabras silenciosas
que diligentes humedecen
la boca de los ángeles.

Pero otras ajenas
suelen ser espada
cortándole implacable
las alas a mis aves.

Por ello
muevo las pestañas
apurando hacia los párpados
todo el rocío del aire,
para que mis ojos tomen agua
y las pupilas no se hagan queja
matando de sed el alma.

Así beso y deshago
horizontes de frías piedras
para verlos extender
hacia mí sus tiernas manos
mientras lloran azules mares.

Y aunque tengo prisa
de beberme todo el paisaje,
voy haciendo camino despacio,
mirando desde lejos
lo que siento tan mío y cercano.

Como Tú...

Abstraciones en el aire

La espalda quise dar

al pensamiento

para adentrarme

en ese azul paisaje

sin mirar atrás,

pero tu voz se apoderó

de viento y mar.

El extrañarte
se me transformó
en un nada inexplicable,
por ello en silencio
fui semilla osada
en una dulce entrega al aire
y sin percatarme,
mis labios pronunciaron tu nombre
dando vida en mi boca
al sentido de las palabras.

La luz se adueñó de la mirada
para sumirme en un agradable estado
de elevada contemplación.