Mar de Pensamientos

jueves, noviembre 29, 2007

Desorden ambiguo

Cuando los ojos
rompen la nuez
donde duermen las calles,
abierta la cáscara,
una vez más en las pupilas
se interrumpe el letargo
y la mirada se anuda
con espejos en la desgracia,
para retratarse con la desidia…

En una riada incontenible
la miseria es hambrienta piraña,
y lo cotidiano en óptica daltónica
impregna de hedor el día.

¡Actuarios de lo inhumano!

Alacranes que danzan
con corbatas elegantes
y cuellos blancos
al ritmo de una melodía
de flautas olvidadas,
mientras en eternos
sin rumbo vagan
esqueletos insepultos,
como furiosos remolinos
de estrellas precipitadas
en un abismal destino.

Allí…
Se me desfigura la vida
y el amor es desamor
en cada esquinas,
solo agua fétida,
polvo,
humo…

¡Báñame luna!

Afila con tus bordes
las tijeras de la conciencia,
para hacer añicos
en los corazones
esta espesa y viscosa niebla,
la que flota,
autista,
inerte,
con filo de puñalada
en un mar de indiferencia,
donde las flores
en desorden ambiguo
ya no dan olores,
solo abren cada mañana
sus dolorosas y certeras espinas.

¿Fábula o pesadilla?

No,
¡Realidad cruda!

¡Incontinencia de promesas!

Aullido en la brevedad del licor,
y lluvia de diarrea mental eterna.

¡Negación de Dios!

Conciencia social
inconclusa de sol
en acelerada decadencia…

martes, noviembre 06, 2007

Tal vez un día deje de llover



Tal vez yo sigo siendo
ondulante río
en el viento
y sin saberlo,
soy ese paso lento
en las huellas del rocío
que en su canto de silencio,
se vuelve llanto en tus ojos
humedeciendo mis versos.

Y cuando los labios
en un apenas nada,
siguen aferrados a ser
interminable aguacero,
el alma se nos desgaja
bajo el profundo azul
de otro sueño,
mientras las pupilas
hacen alianza con la luz
para que las manos
sostengan entre ellas,
indefinidas sombras
buscando dar forma
y textura al vacío
en un pulsar arqueos.

Y en este pensar
de matar sueños,
crece un sentir
como flor audaz
abriéndose caminos
en lo inhóspito del desierto,
aunque tengamos que ahondar
en los síntomas de un veneno
que sabe sonreír con la sed.

Quizás tengamos
que fraguar otro duele
cuando una vez más,
nuestras miradas sumen y resten
esos rostro que aún muerden,
asumiendo con valor
un volver a comenzar
desde el misterio del cero,
entre el constante vaivén
de unos recuerdos
que van y vienen,
renombrando fechas
que aún conservan
el amargo sabor
de las frutas verdes.

Tal vez para nosotros un día
deje de amanecer gris
y el amor aún tibio en la piel
se nos muestre transparente.